GENERAR EL GUSTO DE LEER, UN DESAFÍO COLECTIVO

Entrevista por Laetitia Vigneron

Tener el derecho de leer es indispensable para nuestro transitar, así como poder leer algo que nos resuene, nos signifique, y, sobre todo, nos haga sentir libres de cualquier consideración, así sea la de no leer.


Las mediadoras de lectura aquí reunidas no han parado de trabajar durante estos meses de adversidad. Demostrarnos que las comunidades de lectores viven más allá de las bibliotecas o librerías, cerradas durante meses. Con años de experiencia y un arduo esfuerzo de profesionalización tanto en instituciones culturales, universitarias y, sobre todo, respaldada por un trabajo constante con públicos muy diversos, han forjado una comunidad lectora, ávida de historias, sueños donde encontraron un espacio de expresión, imaginación y recorrer espacios y mundos a través de nuevas historias, autores y escenarios.

🟠 ¿Puedes presentarte y hablarnos de tu proyecto?

Zuani Cristobal, originaria del municipio de Copalillo en el estado de Guerrero. Mujer nahua. Las espinas de Mayahuel es un círculo de lectura donde compartimos sobre la literatura contemporánea escrita en las diferentes lenguas originarias de México. He tenido la oportunidad que algunos de estos poetas puedan grabar algún poema en especial para compartirlo con los asistentes y eso es realmente maravilloso; para mí es importante que las personas conocieran el nombre con el que se reconocían los hablantes de las diferentes lenguas, así como escuchar la sonoridad de su lengua.


Magali Ledo y Ana Patricia Vargas: somos mediadoras de lectura en Arando voces, equipo de trabajo independiente que ofrece talleres de promoción de lectura para niñas, niños y adolescentes. Con una metodología lúdica y artística, brindamos espacios diversos y empáticos para la niñez.


Me llamo Ana Ramírez Muñoz y soy mediadora de lectura desde hace cinco años. Co-fundadora del Espacio cultural para la niñez El callejón del Gañán, mismo que dirijo desde enero 2019. El lugar está ubicado en el barrio de Xonaca, en la ciudad de Puebla, actualmente alberga una sala de lectura y una sala de cine.


Soy Abigail Rodríguez, soy editora, bibliotecaria y mediadora de lectura en una sala de lectura itinerante hace 10 años, llamada Tegus.

🟠 Para ti, ¿cuáles son los beneficios de la lectura?

Zuani: La posibilidad de conocer y leer de manera bilingüe, es decir, a pesar de que la mayoría de las personas que se suman a esta iniciativa no tiene el dominio de alguna de estas lenguas, es importante saber que existen y que, si fuera el caso, podría leerse en la lengua materna y en la traducción al español. Esto nos da la posibilidad de entrar y salir de mundos diferentes, transitar la vida y el sentir a partir de estas obras literarias. Se aporta una nueva experiencia y concepción de la vida, es maravilloso como las personas se asombran y emocionan al escuchar la musicalidad de estas lenguas. El hecho de compartir el trabajo que han venido haciendo las y los hacedores de la palabra nos da un acercamiento a la gran diversidad lingüística y cultural que resguarda nuestro país.

Magali y Pati: promueve la concentración, estimula la creatividad, la imaginación, el conocimiento de otros mundos/formas de vivir o propuestas.


Ana: Lo que personalmente más me gusta de las lecturas es que nos permiten conocer otros mundos y otros tiempos.


Abigail: Nos ha permitido soñar, tener historias alternativas a las que vivimos, sobre todo ahora en la pandemia. Dice Michèle Petit en Lire le monde, que los libros nos dan acceso a lo que otros han sentido, imaginado, temido y pensado hace siglos, en otros territorios, idiomas y culturas. Es por ello, que los lectores, los nuevos o los experimentados, encuentran en los libros un refugio y un bálsamo para sobrellevar estos tiempos inciertos.

🟠 Los derechos culturales (expresarse, crear y difundir obras, tener acceso a una educación que respete tu identidad cultural, participar de la vida cultural) son parte de los derechos humanos: ¿qué tipo de derecho es el de leer?

Zuani: Una posibilidad, una ventana, una puerta, una invitación. Leer es atravesar el mundo y saber que no estamos solos, es decir, la literatura y los amigos (reales o imaginarios) nos acompañan. Así que tener el derecho de leer es indispensable para nuestro libre tránsito, así como poder leer algo que nos resuene, signifique, y sobre todo, nos haga sentir libres de cualquier consideración, así sea la de no leer.

🟠 ¿Cuál es la situación de los derechos a la lectura en México?

Zuani: Desde el campo donde me desempeño, es muy triste saber que la literatura escrita en lengua originaria difícilmente tendrá la posibilidad de encontrarse en cualquier lugar, los materiales no siempre están disponibles para la comunidad. Poco a poco se ha ido combatiendo esta dificultad y ahora mismo, el problema que se avecina es que no llega a quienes debería llegar por que a veces, la producción de estos libros es tan pequeña que se agotan y sólo se mueven en ciertos espacios. Es por ello que decidí abrir el círculo de lectura, donde se comparten estos materiales de manera gratuita (digitalmente) y se dan a conocer páginas o ligas de revistas que se encargan de difundir las diferentes obras.


Magali y Pati: la situación es precaria por el acceso a los materiales escritos, es muy limitado no sólo por el precio sino también por el acceso e interés a las librerías de nuestro país, es un acceso muy centralizado.


Ana: Considero que en México los libros están aún muy ligados a la escuela, a la educación formal, lo que a muchas y muchos nos ha llevado a verlo, en algún momento de nuestras vidas, más como un deber que como un derecho. Se necesita una democratización de los libros y sus lecturas y el reconocimiento de todos los géneros literarios como lecturas válidas.

🟠 ¿Cómo se ha modificado tu práctica en la pandemia?

Zuani: Me he tenido que acoplar a las prácticas virtuales, a cambiar los parques, las vecindades y la escuela a una pantalla. A veces me resulta difícil saber si lo que estoy tratando de decir es entendible, se dificulta un poco la retroalimentación. Uno de mis mayores retos fue afrontarme a la soledad, es decir, no contar con el otro para saber que está ahí, conmigo. Es complejo, pero también tiene su lado colorido, como el hecho de que ahora llegan personas de diferentes latitudes a compartir sus miradas respecto a las lecturas.


Magali y Pati: nos adaptamos a la “nueva normalidad” transformando nuestros talleres presenciales a virtuales, hemos llegado hacia otras latitudes. Y nos ha beneficiado para impulsar el proyecto.


Ana: Ha sido muy complejo, si bien hemos difundido por algunos medios lecturas, textos y talleres, la distancia social nos ha impedido compartir el espacio y los libros; lo que ha implicado que niños y niñas tengan menor decisión sobre las lecturas que quieren hacer, pues se suele someter a votación. Por otra parte, hemos participado más en espacios públicos con resultados que nos emocionan mucho y que a la vez permitieron algunos encuentros más personales con algunas niñas, niños y sus cuidadores, que han seguido buscando lecturas.


Abigail: Durante la pandemia con la sala itinerante leímos en una bocina con mi automóvil, pero también teníamos sesiones al aire libre cuando los contagios bajaron, así como cada viernes, el club de lectura bilingüe en la Alianza Francesa, por Zoom. No debemos ignorar que, en un país como este, la brecha digital es real y las necesidades de diversos sectores son diversas, no todo puede ser digital.

🟠 ¿Cuál sería, para ti, la mejor manera de respetar el derecho a la lectura?

Zuani: El acceso libre a los materiales, contar con los ejemplares físicos o virtuales de dichas obras. Y, sobre todo, que lo que se elija leer sea porque causa en nosotros una inquietud, un gusto, una curiosidad y no una imposición.


Magali y Pati: concientizar a las personas que la lectura es relevante para la construcción de la identidad, el sentido y la interpretación del entorno donde se fomentan espacios en la vida; además de brindar espacios con opciones para la lectura.


Ana: ¡Que las lecturas se compartieran en todos los espacios públicos! Si hubiera salas de lectura o bibliotecas públicas al alcance de cada familia, tal vez pensaríamos en los libros y las lecturas como una verdadera forma de esparcimiento y recreación.


Abigail: Ofreciendo espacios para la lectura, libres, gratuitos y disponibles para las personas, la biblioteca demuestra el arte de la disponibilidad y de la hospitalidad, la generosidad y la escucha activa.

🟠 ¿Qué se necesita para mantener proyectos de fomento a la lectura?

Zuani: Confianza, amor y trabajo colectivo. Caminamos juntas, nos entretejemos desde diferentes territorios y perspectivas y eso es lo maravilloso del encuentro. Yéndome a un extremo más formal quizá apostar por nuevas propuestas, dotar de material y difusión, me parece fundamental restar la importancia del intelecto a la lectura, eso ayudaría a que la gente se acercará sin miedo a fracasar en el intento.


Ana: En mi experiencia, mantener el proyecto es una especie de truco donde se hacen malabares con amor, compromiso, ganas y tiempo. Sería maravilloso que hubiera apoyos que nos permitieran realizar nuestro trabajo de manera menos caótica, pero de cualquier modo la seguiremos haciendo.


Abigail: Se requiere del apoyo de instituciones, pero también de políticas públicas que sostengan la labor de quienes integramos el circuito del libro, en todas sus facetas. Ya existen algunos ejemplos, pero estos espacios deben multiplicarse. Este proceso es muy lento, poco visible, sin embargo, los resultados son a largo plazo y muy gratificantes a nivel comunitario.

🟠 ¿Una anécdota que quieras compartir?

Zuani: La primera vez que abrí el círculo de lectura estaba tan nerviosa que se me habían olvidado los datos de la plataforma, corrí con bastante suerte al tenerlos a la mano, jamás olvidaré que el corazón me latía a más no poder y pedía fervientemente que el internet no me fallara, al final ese fue el inicio de un gran sueño, que va creciendo poco a poco. Me voy recordándoles que siempre habrá alguien que acompañe su camino y que en el proceso van sumándose más y más, que confíen en acercarse a estos espacios o que se animen a abrir uno, no saben lo maravilloso que es poder reencontrarse con esta pasión que muchas veces se expande tan grande como el horizonte.


Abigail: Comenzamos con el club de lectura, un viernes de mayo a las 5 de la tarde, en mitad de la pandemia, a distancia, en torno a Marguerite Duras, Leímos Hiroshima Mon Amour y a partir de entonces, hemos leído 35 libros, novelas, teatro, poesía, cómic, historia y libro álbum (livre jeunesse). Han venido muchos lectores, de muchos lugares, a compartir, no sólo las historias que leemos, sino, a contar, fragmentariamente su propia vida a través de esas historias. Hemos escrito, soñado, pensado, reído, también llorado; lo más importante, hemos podido conocernos, salir un poco de la realidad, cuando al tiempo no podemos salir y realizar nuestra vida como la conocíamos antes. Los espacios de lectura son, ante todo, un espacio de personas que conviven y demuestran, que la lectura no es un acto solitario, como nos han hecho creer, sino que pertenece a una cadena de voluntades para que la imaginación perdure.

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