LAS CALLES AHORA SON NUESTRAS

Entrevista por Lygie de Shuyter

UNIDAS es una colectiva feminista que surgió en 2020 por la necesidad de exponer temas de género desde el arte. A partir de la apropiación de espacios públicos, mujeres artistas de Xalapa, Veracruz comparten información sobre violencias, pero también sobre redes de unión y sororidad. Es un proyecto enfocado en la democratización de la información y el arte.


La intervención “Históricas” ha sido la más relevante del colectivo, pues se trata de un mural de más de mil metros cuadrados en el que participaron decenas de mujeres venidas de instituciones, manifestaciones, voluntariado, artistas, etc.


María Teresa González es fotógrafa y estudiante de Literatura Hispánica (Universidad Veracruzana). Estudió Literatura Comparada en la Universidad de Granada. Cofundadora del colectivo UNIDAS, que crea vínculos entre mujeres artistas, ha participado en proyectos artísticos de gestión comunitaria en el estado de Veracruz.

Sobre la intervención feminista con mural y foto-mural “Históricas” en Xalapa, Veracruz, por parte del colectivo UNIDAS.

Se estima que en México se cometen diez feminicidios al día. El contexto en que vivimos las mujeres y la firme intención de modificarlo nos ha llevado a actuar desde todos los ámbitos posibles: desde la educación, desde el cuidado, desde las protestas, desde las redes sociales… El arte es la trinchera que nosotras elegimos, es el medio con el que contamos para expresar tanto nuestra experiencia femenina como nuestras preocupaciones sociales y políticas. En específico, el arte que se presenta en las calles, mural y foto-mural como es el caso de este proyecto, involucra a una población más amplia, hace un llamado a las y los peatones de toda edad, género y profesión. El arte irrumpe en su cotidiano, así como en sus sentimientos, alterando su perspectiva sobre la lucha feminista y la urgencia de un cambio.


El espacio urbano es hostil para las mujeres, la mayoría nos sentimos vulnerables al circular por las calles; más allá del acoso callejero, las ciudades han sido construidas dejando de lado grupos no hegemónicos, ¿qué pasa con las mujeres de las periferias, por ejemplo? Tomar el centro de la ciudad como ubicación del mural es un primer paso, no descartamos la necesidad de crear y tomar espacios en colonias periféricas o espacios autogestionados más allá del centro. Sin embargo, este espacio en particular se caracteriza por ser uno de los puntos de reunión de las protestas feministas locales de los últimos años. El viaducto, de aproximadamente doscientos metros de largo, cierra su vialidad y se llena de mujeres cantando, gritando consignas (como “ni una más, ni una asesinada más”, “vivas se las llevaron, vivas las queremos”), prendiendo fuego y danzando alrededor de él, rayando mensajes de sororidad o denunciando el nombre de agresores sobre los muros. Esto último ha sido parte esencial de las últimas manifestaciones: la apropiación de espacios públicos, evidenciar la disconformidad. Aproximadamente cuatrocientos metros cuadrados de grafitis realizados en la marcha por el Día de la Mujer son la base, la raíz, del mural. Conviven dos formas de denuncia dentro del mismo espacio: los grafitis y la intervención artística, pues creemos que la suma de los diversos feminismos es la manera en que lograremos una agenda política común, que debemos ser claras en cuanto a que hay una pluralidad de luchas y formas de ser mujer. Los personajes femeninos retratados miran hacia una misma dirección, potenciando este mensaje.


Después de hacernos presentes en otras protestas, logramos que las autoridades cedieran el lugar para crear una manifestación artística que sellará el triunfo de las ciudadanas al apropiarse de este espacio público. Lo consideramos un logro ciudadano, pues nos dimos cuenta del papel que tenemos como jóvenes en la configuración de nuestro contexto: queremos reconfigurar la ciudad que habitamos para que se adapte a la realidad de nuestras necesidades.


Reconocemos el poder que tiene el arte, explotar su potencial para exponer y denunciar nos mueve como artistas feministas. Cada vez son más las personas que reconocen la violencia de género en la sociedad, que modifican sus acciones cotidianas, sin embargo, debemos ser conscientes de que la información y el acceder a ella sigue siendo un privilegio. No podemos dar por hecho que todas las personas están familiarizadas con el tema, pues mucho nos lo ha dado una formación universitaria, otro privilegio. Se trataba, entonces, de crear un mural para las y los transeúntes que desconocen las bases del movimiento, los motivos, la diversidad de temas que enmarca. Llevar tópicos como la maternidad, el amor propio, la menstruación, la visibilidad lésbica, la sororidad, el linaje femenino y presentarlos a las y los ciudadanos de Xalapa, hacerlos parte de su cotidiano −aunque en un principio les pareciera incómodo− era uno de los objetivos principales. Al entender estos temas como parte de la realidad social, la convivencia entre las personas cambia, cambia también la percepción individual y de los demás. De manera particular, el centro del mural se destinó a “El árbol de la memoria”, cuyas raíces albergan los nombres de mujeres desaparecidas y asesinadas en Veracruz, plasmados por sus madres y padres. También se trata de recordar que las cifras, los números, esconden nombres de mujeres con historias distintas y únicas.

De cierta manera, el mural en México ha tenido siempre la intención de democratizar la información y el arte: siempre en espacios públicos, siempre apelando a temas sociales contemporáneos. Dentro de la forma hay también un mensaje, esta manifestación artística feminista no puede guardarse en una galería, el mensaje debe estar en las calles; el público tiene la posibilidad de modificarlo pues es de la gente. En este sentido, sabemos que en la siguiente marcha será marcado con frases y nombres, esto es parte de la vida del mural, es parte de un sentido de pertenencia.


Por otro lado, a la par de la necesidad de informar, es importante la representatividad de mujeres que han ejercido una lucha personal que se ha vuelto colectiva, en distintos momentos de la historia del país y del Estado. Incluir retratos de profesoras, activistas, artistas, investigadoras, primeras mujeres con cargos políticos, genera una memoria colectiva de esta lucha social. Así también mujeres diversas, ciudadanas al igual que nosotras, son representadas para ejemplificar la otra lucha, la que se vive día a día y de manera íntima.


Se debe tomar en cuenta quiénes realizan la intervención artística y para quiénes es realizada, como dos caras de la misma moneda. Por un lado, fue creado por mujeres artistas jóvenes, con lo que esto implica, es decir, sigue siendo complicado gestionar espacios de trabajo para artistas mujeres, pues aún es un sector que prioriza a los creadores masculinos, sumado a cierto adulto centrismo que rechaza propuestas sólo por venir de universitarias (tomando como referencia comentarios en redes sociales en donde nos insultaron aludiendo a estas características, incluso antes de conocer un boceto del diseño). Por otro lado, está destinada a un público que, generalmente, es excluido de las decisiones urbanas, con un acceso limitado a la información y al arte. No podemos avanzar en la construcción de un futuro mejor si nosotras mismas nos encargamos de excluir y rechazar a aquellos y aquellas que no cuentan con nuestros mismos conocimientos, simplemente porque se les han sido negados. Estamos modificando los procesos históricos, son acciones en cadena, por eso, por ejemplo, se habla de un feminismo inter seccional, en donde no se descarta el impacto de otras categorías sociales (etnia, orientación sexual, clase) en la desigualdad de género. Por eso, haciendo uso del arte en el espacio público, abogamos por relaciones horizontales, para demostrar, al mismo tiempo, que todas y todos merecemos acceder a manifestaciones artísticas.


Se trata de cuestionar sistemas impuestos, moldes que ahora sabemos no funcionan, por su carácter exclusivo y discriminatorio. En este sentido, nos enfrentamos a estructuras patriarcales, con la violencia como rasgo distintivo; así como cánones que dictan cómo debe ser el arte: su producción, público y espacio. Del mismo modo, actuar colectivamente nos parece fundamental, pues el trabajo en equipo responde a la intención de dividirnos y competir individualmente, así es como surge UNIDAS, nuestro colectivo integrado por mujeres artistas xalapeñas.


Aceptamos la responsabilidad de modificar nuestra realidad, nuestro contexto, con la convicción de que cada día tendremos una vida más vivible, con una dignidad con carga histórica y una integridad rescatada. El arte y el conocimiento deben ser públicos, por eso nos apropiamos de las calles.

Las calles ahora son nuestras.

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